domingo, octubre 08, 2006

 

LUNA NUEVA, MUESTRA DE POESÍA LATINOAMERICANA ACTUAL. 1.999.

LUNA NUEVA,
MUESTRA DE POESÍA LATINOAMERICANA ACTUAL. 1.999.
OMAR ORTIZ
, Compilador
Cooperativa Editorial Magisterio. Bogotá. Colombia. Colección: Piedra de sol. Poesía.
Primera Edición, Enero de 1.999. 14 x 21 cms. 270 páginas.
ISBN 958-20-0461-4

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DETALLES DE LA PUBLICACION

Título original de la obra: LUNA NUEVA
MUESTRA DE POESÍA LATINOAMERICANA ACTUAL
1ª. Edición: Enero de 1999
© Omar Ortiz. Compilador I
© Cooperativa Editorial Magisterio
Avenida 34 (Park Way La Soledad) N° 20-58
Tels. 2459635 - 2878501 FAX: 2884818
Santafé de Bogotá. D.C. Colombia, Sur América
Dirección General: Alfredo Ayarza Bastidas
Dirección Editorial: Mauricio Contreras Hernández
ISBN Colección: 958-20-0209-3
ISBN Libro: 958-20-0461-4
Composición electrónica: Arte Joven Tel. 6154465
Impresión: CARGRAPHICS . Impreso en Colombia. Printed in Colombia.

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PROLOGO
TODA LUNA NUEVA SE RENUEVA
Por Juan Manuel Roca
La revista Luna Nueva fundada y dirigida por Omar Ortiz, en Tuluá, Valle del Cauca, Colombia todavía, desde sus primeros números ha querido hacer las veces de vaso comunicante entre los poetas de Latinoamérica, entre los creadores de buena parte de nuestra área linguística, sin por ello olvidar a Brasil.
No es la primera, ni la última vez, que me pregunto cómo ocurriría que en tiempos del modernismo - ese movimiento que devolvió las carabelas hacia España cargadas de un nuevo sentido de la lengua - Rubén Darío publicaba un libro como Azul en Chile y a poco tiempo era leído en el resto del Continente, cómo escribía entonces para la lengua mientras nosotros lo hacemos para el vecindario.
Y esto, presumiendo que los nuevos medios tecnológicos a favor de la comunicación van más rápido que el barco y, por supuesto. que el correo de chasquis que fue la cultura en América Latina.
Esta muestra de poetas de nuestra geografía física pero también de nuestra geografía espiritual, tiene un hecho novedoso: los antologistas son varios y los poetas incluidos pertenecen a diferentes generaciones y tendencias.
En poesía, eclecticismo es belleza.
Y aquí es un paisaje fractal pero también es catalejo que otea cambios de fases de una luna renovada. Movido el catalejo hacia un lado del gran vitral de la poesía continental, se puede encontrar el lector con tres poetas venezolanos que sin duda conforman una piedra angular: José Antonio Ramos Sucre, un «raro» aún, desconocido en un contexto amplio, un precursor de muchos de los nuevos modos poéticos. Y Eugenio Montejo, lírico que atiende a los clásicos como a sus pares, o Ramón Palomares y su lenguaje de «cosa hablada», de tono íntimo y coloquial a un mismo tiempo. Si gira el catalejo encontrará autores de un país de honda raigambre poética -Perú- y poetas como Javier Sologuren, el muy personal Sologuren, o Antonio Cisneros, irónico, confesional sin énfasis, o a Blanca Varela quizá la voz más recia entre las poetisas vivas de América Latina. Y Enrique Verástegui, que animó los setentas con su actitud contestataria.
De otro ámbito, el lector encontrará una muestra de poetas mexicanos de los 50s: Joaquín Xirau Alberto Blanco, Perla Schwartz, Adolfo Castañón, Víctor Eduardo García, Arturo Ortega, Raúl Bañuelos, Pura López Colome.
De los mismos años, pero en este caso cubanos, el muestrario se amplía con las voces de Abel Germán Díaz, Atilio Estévez, Alberto Rodríguez Tosca, entre otros que ayudan a configurar un mapa anómalo, una antología de espectro muy particular.
La actual poesía argentina, con Boccanera, Alvarenga, Bizzio o Sylvester, extienden, amplían los linderos.
Poetas que con los de Brasil, Chile, Uruguay, Honduras, Bolivia, Ecuador, Costa Rica, Panamá, Nicaragua con Joaquín Pasos a la cabeza, Salvador, o autores latinos radicados en Nueva York, han pasado por Luna Nueva en la idea de registrar una mirada otra, no rutinaria, de la lírica.
En el mismo espíritu, sus antologistas son de diferentes países, generaciones y tendencias; Osvaldo Sauma de Costa Rica, Jaime Quesada de Chile, Rafael Cortoisie de Uruguay, Manuel Ruano de Argentina, y los colombianos Guillermo Bernal Arroyave; Gabriel Arturo Castro, Antonio Correa, Celedonio Orjuela, Alba Lucía Tamayo, Adolfo León Córdoba, Mauricio Contreras, Catalina Restrepo y Pedro Iván Manrique.
Para decirlo con uno de los poemas antologados -el salvadoreño Roque Dalton- el singular volumen de Luna Nueva es como un «rito para que nazca una flor en la gran pirámide>>.
Juan Manuel Roca

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INTROITO
Por Omar Ortiz. Septiembre de 1998

Vivir en Tuluá es seguramente una de las mejores cosas que pueden sucederle a uno en la vida. Por su cielo, el azul de su luz ha llegado a provocar músicos como Edmundo Arias y boleristas como Alberto Granadas. Por sus gentes que han hecho de la hospitalidad y del chisme dos tradiciones que logran que la ciudad sea como una casa de empeño, quien permanezca más de tres meses es casi seguro que se queda para siempre. Por sus valores, ¿quién no envidia el ser vecino de Gustavo Álvarez Gardeazábal o de Faustino Asprilla? Pero por sobre todo por darse el lujo de mantener y sostener una revista de poesía, «Luna Nueva», única en su género en todo el Valle del Cauca.

Porque no cabe duda, «Luna Nueva», es la revista de Tuluá. Lo dicen sus once años de vigencia, sus venticuatro ediciones y los once «Encuentros con la Poesía» que ha propiciado en el Municipio. El Taller de poesía, que ayuda a consolidar nuevas voces, hasta entonces dispersas, como John Jairo Guzman Abella, Harold Marín y Norman Muñoz que sin duda darán de que hablar dentro del «oficio de poetas.» y por los más y mejores lectores de poesía que ha ido cautivando en su arduo pero seguro camino de aleros y ventanas.

Confieso que al iniciar esta aventura de molinos de viento que es publicar una revista especializada en poesía, eran más las dudas sobre su sobrevivencia que la claridad sobre sus objetivos lo que primaba en nuestros espíritus. Pero poco a poco aprendimos que con tenacidad la meta no era imposible y se impusieron dos tareas inmediatas: una, publicar poetas colombianos, ojalá de provincia, que por razones distintas a su calidad, no tuvieran medios de difusión y dos, publicar en cada edición una pequeña pero representativa muestra de poesía de un país latinoamericano. De poetas vivos y actuantes, se entiende. Este plan nos permitiría conocer, de modo global si se quiere, la poesía que se escribe en Colombia, por quienes representan el futuro inmediato y conocer y tender puentes con los poetas del resto de América, tan cerca pero tan distantes.

Esta segunda parte de nuestros objetivos es, tal vez la más grata ya que nos ha permitido hacer entrañables amigos y reafirmar entrañables amistades. Lo digo porque cada muestra fue encomendada a un poeta cercano a la revista y si no fue hecha con el rigor del crítico o con la sapiencia del erudito, sí, estamos seguros, fue trabajada con la certeza del corazón. Por ello tal vez encontrará el estudioso graves omisiones, pero el lector corriente tendrá en sus manos una herramienta valiosa para juzgar el estado actual del movimiento poético latinoamericano.

En veces tuvimos dos muestras por país. Tal fue el caso de Venezuela, donde Hernando Socarrás realizó un paneo de la joven poesía venezolana, sin embargo, para los efectos de esta recopilación se ha preferido tener en cuenta, por más representativa, la realizada por Pedro Manrique. De igual manera se han escogido las realizadas por Juan Manuel Roca sobre poesía peruana y no la que con tanto afecto nos hicieran llegar los «Poetas de los Lunes», coordinados por Luis ]a Hoz. Y la de Manuel Ruano, sobre poesía argentina, y no la de su compatriota Paulina Vinnderman.

No quiero dejar pasar esta oportunidad para agradecer a todos los que con su grano de cariño han hecho posible la revista. A los poetas que nos han colaborado, a los pintores e i1ustradores que han entregado sus trabajo para engalanar las páginas de la revista, a los impresores, a los lectores, a los amigos, pero en especial a una amiga con la cual tengo una inmensa deuda de gratitud: María Isabel Borrero Buenaventura, siempre gracias.

Omar Ortiz. Septiembre de 1998
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Muestra de introducción a una antología.

TRES POETAS ECUATORIANOS
Por Antonio Correa

Una oscura actitud ronda el trabajo del escritor en América Latina. Es ya común y doloroso constatar que estamos más informados de las últimas novedades generadas en los centros del poder y de la moda, que de lo que sucede a nuestro alrededor.

Ésta es una mínima muestra de la poesía contemporánea en el Ecuador, donde luego de la famosa generación literaria de los años treinta, se produjo un decaimiento en las letras, a excepción de casos aislados como la obra de Pablo Palacio y de Jorge Enrique Adoum, que sirvieron de vínculo y rompieron con esa narrativa de simple descripción de los hechos, sumamente objetiva inscrita en el realismo y el indigenismo. Es a partir de la década de los sesenta, cuando un grupo de jóvenes iconoclastas e irreverentes, irrumpen con violencia poética bajo el nombre de Tzántzicos o «reducidores de cabezas» y empiezan a revalorizar la historia de la literatura ecuatoriana, al buscar perspectivas nuevas para la creación, constituyéndose desde entonces, en la vanguardia del pensamiento en su país.

Los poetas nos llevan por mundos donde aparece la lúcida reflexión como punto de encuentro en Ulises Estrella; la entonación pica y de historia común en Humberto Vinueza; y el humor corrosivo, a través del amor y su desmitificación con que Iván Egüz canta.

Antonio Correa


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